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BALAS PERDIDAS

Literatura

BOFETADA

Había vuelto a casa con la intanción de ponerlo todo en claro. De darle a entender que el hijo era tanto suyo como mío. Antes hice una parada necesaria en el bar para reunir fuerzas; una pequeña calma antes de la tormenta...
Cuando llamé al timbre eran ya la una de la mañana. Me costó encontrar el botón del 3º 2º, siempre había usado la llave. Qué raro es entrar en tu portal como si fueses un repartidor de propaganda o un vendedor a domicilio.

La muy puta estaba durmiendo, se le notaba en la voz. Le pedí que me abriera y se negó. Gritos a través del interfono. Clara amenazó con llamar a la policía, y a partir de ahí empecé a perder los nervios. Aporreé todo lo que tenía al alcance. Rompí uno de los vidrios de la puerta y me empezó a sangrar toda la mano, pero no había dolor. Casi no veía de la rabia y las lágrimas.

Los vecinos encendían luces y se asomaban por las ventanas. Recuerdo que algunos me gritaban cosas, pero no entendí el qué. El morbo de la gente no tiene fondo. Disfrutan con lo más patético. Clara había colgado hacía rato.

Mientras recuperaba aire e intentaba calmarme apoyado contra la pared, empecé a notar humedad y dolor en la mano. Las gotas rojas caían al suelo y en mi ropa. De repente lo ví claro y metí la mano por el agujero que había dejado el cristal roto. Abrí la puerta desde fuera y entré en el ascensor, pero ya no estaba furioso.

Conseguí enfocar un poco mi cara en el espejo y me puse a llorar. Me miraba desde fuera y me daba cuenta de lo patético de mi vida. Lloraba ahogándome, sin aire casi, y la presión en el pecho me estaba matando. ¿Por que me va la vida así? Intenté tocarme la cara apoyando mi mano en el espejo, llenándolo de sangre; Obviamente no me podía tocar así, el cristal estaba liso y frío, y me fuí encogiendo en mi mismo, con el sabor salado de mis mocos y lágrimas en la lengua. Cerré los ojos y así me quedé, como un bebé asustado. Todo negro, negro, negro...

Me quedé pensando en Julián durmiendo tranquilo en su pequeña cama, con la boca abierta, limpio, y puro. Tan bonito que da miedo tocarlo. Y luego veía a su madre abrazándolo, siempre tan protectora, con esa inquietud...Una mezcla de felicidad y ansiedad en su rostro siempre que abrazaba a Julián. Clara siempre se preocupaba mucho por todo. Era demasiado guapa y demasiado buena madre para estar tranquila...Siempre su mirada estaba manchada, y ahora veo que yo tenía algo que ver con eso.

Mo sé cuánto tiempo estuve en aquel ascensor, pero cuando me desperté parecía muy distinto. Todo estaba muy claro y definido. Muy frío, muy físico. La sangre se me había secado en la mano y me dolía como si me hubiera pasado un tráiler por encima. No podía moverla. Había algo de corriente, y cuando levanté la cabeza un niño de seis años me miraba desde la puerta del ascensor.

Su rostro casi inexpresivo revelaba en el fondo la expresión de alguien que descubre algo nuevo para él. Algo nuevo sobre como es la vida en realidad, que jodidamente fea y diferente es a como nos la imaginamos, que bofetadas nos llega a dar.

EL MENDIGO Y LA HAMBURGUESA

 

Estuve mucho tiempo sin saber de ella. Digamos que ya me habían saturado sus charlas sobre todas las cosas maravillosas que tenía que hacer y sobre todas las pollas maravillosas que había conocido. Esto suena duro, pero no lo digo por reducirla a la categoría de guarra. Simplemente no entiendo como podía sentirse tan realizada saltando de cama en cama. Era una vieja amiga y algo más, una de las primeras Mujeres con mayúsculas que había conocido. Compartimos muchas cosas (no tantas como yo hubiera querido habréis deducido ya). Fué una buena confesora y hubiera sido una mejor amante. Nunca pensé por eso que el poder de la feminidad que latía en ella con tanta fuerza acabaría por poseerla. Ahora era una especie de envoltorio sin regalo, una muñeca hinchable que se sentía feliz de ser tan útil...Era como si sus hormonas hubieran acabado por devorar su cerebro...

Eso no significa que para mí dejara de ser atrayente. Mucha hambre he pasado como para haber desperdiciado una ración de ella. Pero a cada nuevo encuentro ella se iba transformando lentamente ante mis ojos, y pasó de ser cocina de vanguardia, de sabores y texturas inesperados, para acabar como "Mc Menú". Te lo comes porque es barato, rápido y está bueno, pero aburre, y sabes que no te estás haciendo un favor precisamente.

Pero si ella se transformaba en un McDonalds yo me transformaba en un sintecho, y los mendigos zarrapastrosos no entran en los puestos de comida rápida. Así que ahí estaba yo, pegado a la vitrina, sin catarla, odiándola en secreto a ella y a todos los que se ponían las botas a su costa.

Pero al llegar el verano, ya no estaba dispuesto a babear más el cristal que guardaba su sexo. Aquél verano supongo que no lo tiré a la basura como tantos otros. Quizá no hice grandes cosas, ni viajé mucho, ni me corrí juergas de ésas de las que te tienen que recoger con escobilla al día siguiente. Ni tan siquiera escribí nada que mereciera la pena, ni trabajé en grandes proyectos que me ilusionaran. De hecho, me dediqué a hacer aquello que siempre he odiado: vivir cada día como si no fuera conmigo. Simplemente estar, sin aspirar, sin sufrir, dispuesto a gastar todas las horas del día y la noche en evitar mirar dentro de mí. Pero así escapé de los monstruos más grandes y feos que uno puede encontrarse: depresión, desmotivación, autodestrucción, vacío, soledad...

Rompí lo que tuviera que ver con mi rutinaria vida del último año, y eso incluía renunciar a una buena amiga, pero también a un desgaste constante de mi autoestima. Conseguí darme cuenta que era más fácil (para un paria sin techo ni cueva com yo) encontrar de casualidad un buen manjar entre toda la basura de las calles, que intentar entrar en la fortaleza inexpugnable de su negocio entrepiernal. Sabiendo además que aunque lo consiguiera no me sentiría satisfecho y estaría otra vez vagabundeando en busca del verdadero plato estrella. El plato estrella que buscamos todos supongo, y que es posible que no encontremos...

Así que después de escupir en el mostrador y de pronunciar algun que otro improperio, me di la vuelta, me cargué los hombros y le dije adiós a parte de mi pasado, quizá para siempre. Me sentía ligero, y mis glándulas salivales se encendían ante lo que podía depararme el futuro. Entonces se abrió la puerta detrás de mí y con sus ojos llenos de conocimiento terrenal me hizo un gesto para entrar y me ofreció un BigMac...yo seguí caminando mientras el estómago me ardía de hambre.

 

 

OLD CITY

 

Aquí estamos otra vez, vieja ciudad,

como dos antiguos amigos,

contentos de verse, pero silenciosos,

cansados de mil batallas.

Tus visitantes se hunden en el pantano oscuro de las noches,

como los cimientos de casas y calles.

Tu belleza no oculta tu degradación,

como tus pastelosos cielos no ocultan tus turbias aguas.

Como tus azules días no esconden tus noches rojas.

Eres la puta que sonríe a los clientes porque sabe que le conviene,

pero te ví llorar detrás de la cortina...

Y te ví mendigar un par de gramos de autenticidad

en las junglas de humo de ojos vidriosos y desperanzados...

Sigue pedaleando amiga, haz sonar el timbre para abrirte camino

aunque sea el camino hacia el fondo del cenagal...

Ahí nos volveremos a encontrar,

y podremos contarnos lo que no nos dijimos jamás.

LA CHINA

Jaime era la típica persona que creía que el estado de normalidad mental y física eran una especie de castigo divino. Beber, Fumar, y drogarse en general eran su meta y su razón de ser, aparte de muchos otros vicios que no cabrían aquí. Lo peor es que no podías estar a su lado sin verte absorbido por su espiral autodestructiva.

Estamos en mi casa, Jaime acaba de llegar y no tiene hora de salida. Yo estoy totalmente aplatanado porque sí, y ni puedo ni quiero evitarlo. Los ojos de Jaime miraban viciosos y chispeantes el cubata que le acababa de servir, y luego me mira a mi de la misma forma, con una sonrisa diabólica:

-Bua! Tengo un hash...- deja la frase sin terminar, esperando mi reacción.

-Ajá

-Es que es casi como una bellota, pero cuesta como un ful normal. Y pega...Pega lo que no está escrito!

-Está bien

Jaime rebusca en su bolsillo un pequeño monedero, que abre y registra con dedos rápidos. Yo no puedo evitar dejar caer la cabeza en el sofá y suspirar. Por suerte Jaime no lo ve. Saca una piedrecilla del monedero y me la tiende como quién te deja sus órganos vitales.

-Es que míralo, que suave, que textura. Ya verás, quémalo un poco y huele. Huele!- Me pasa un mechero como quien pasa una pistola a un camarada mafioso para que haga el trabajo sucio.

Yo no sé si asustarme o enfadarme, así que hago lo que me dice, quemo la china y la huelo. Le devuelvo la piedra y el mechero. Jaime me mira con ojos expectantes aunque soberbios, seguro de mi respuesta.

-Huele bien.

-¿Huele bien? es la puta hostia! Tu no has fumado esto en tu vida.

-No, y a este ritmo me moriré antes de probarlo. Déjate de charla y hazte un porro.

Jaime se queda callado mirándome. Su cabeza va a mil por hora y sus ojos también. No me mira a mí, parece estar haciendo un listado mental de todos los objetos de la sala. Aparece su sonrisa maléfica y esta vez ofendida también.

-Eres un mierda. Paso de compartir esto contigo. - Se levanta, se bebe el cubata de un trago - Fumate tu orgullo, cabrón.

Jaime se va pegando un portazo. Yo me quedo tranquilo y con las ganas de haber probado esa materia.

 

 

Charles Bukowski

Uno de los escritores y poetas que he leído recientemente y que más me ha marcado. Tan sólo he leído "Cartero" y un recopilatorio de 20 poemas....pero cualquier persona se puede sentir identificada por su lenguaje moderno, su visión del mundo actual, la soledad, el arte y el artista...

 Os dejo aquí el poema que más me ha gustado: "Culminación del dolor" (que pese al título a mí me ha transmitido un optimismo casi milagroso, y lo más atrayente es que no estoy muy seguro del significado de la primera parte)

"oigo incluso como ríen

las montañas

arriba y abajo de sus azules laderas

y abajo en el agua

los peces lloran

y toda el agua

son sus lágrimas.

oigo el agua

las noches que consumo bebiendo

y la tristeza se hace tán grande

que la oigo en mi reloj

se vuelve pomos en la cómoda

se vuelve papel sobre el suelo

se vuelve calzador

ticket de la lavandería

se vuelve

humo de cigarrillo

escalando un templo de oscuras enredaderas

 

poco importa

 

poco amor

o poca vida

no es tan malo

lo que cuenta

es observar las paredes

yo nací para eso

 

nací para robar rosas de las avenidas de la muerte."

 

El interlineado inmenso ha jodido un poco la estructura del poema, pero espero os haya gustado.