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BALAS PERDIDAS

PASITO ALANTE, PASITO ATRÁS

PASITO ALANTE, PASITO ATRÁS

 

Más tiempo paso con ella, menos necesidad tengo de escribir. La verdad es que me jode bastante, no sé si me estoy anulando como persona...

Pero ahora no me quedan más cojones, estoy en el tren dirección Latour-Toulouse. Vuelvo a verla. Es exactamente el mismo tren que una hora antes me ha llevado de Toulouse a Latour; me ha despertado el sonido de llaves de una operaria de la estación, pidiéndome que bajara del tren, ya que era la última parada. He bajado tambaleándome de sueño para descubrir que el autobús que debía llevarme a Barcelona, EL ÚLTIMO AUTOBÚS, ya se había marchado. De repente el mundo me ha parecido que enmudecía, como evidenciándome, como esperando mi reacción. Una vez más la había cagado. Pero parece que tengo horchata en las venas; no he gritado, ni he roto nada, ni me he cortado las venas...Nada. He salido de la estación y me he fumado un cigarrillo, pensando qué hacer.

Son las 18:15 más omenos. Tengo 8 euros en el bolsilo. Los 8 euros que me servirían para ir de Latour a Barcelona, pero ni mucho menos para ir de vuelta a Toulouse. El último tren a Toulouse sale en 1 hora.

Es decir: Tengo el dinero pero no el bus para ir a Barcelona, y tengo un tren pero no el dinero para volver a Toulouse. Una vez más las piezas no encajan en mi vida. Pero sería demasiado simple solo con eso. Mi movil no puede hacer llamadas (por impago de astrofísicas facturas de llamadas a Francia, si) y tampoco tengo batería para recibir llamadas...

Esto es casi un alivio ya que prefiero no tener que hablar con mis padres de mis problemas de hijo burgués. Pero el poder encender el móvil me permitiría tener el número de un ex-novio de mi madre que vive en Puigcerdà, no muy lejos de donde estoy. Quizá podría llamar a mi madre desde una cabina, explicarle el caso y pedirle el número de su ex-novio. Esto gastando parte de mi fortuna de 8 euros claro.

Así que me dirijo a la salvadora cabina, pero ¡TACHÁN! ¡solo acepta tarjetas de crédito! Perfecto. ¿Qué clase de país superdesarrollado es este? No quiero hablar con mi madre igualmente. No, mejor no. Salgo fuera a fumarme otro cigarro y a pensar otra vez. Siempre viene bien.

El tiempo para coger el tren de vuelta a Toulouse , y aunque toda esta situación parece creada por mí como excusa para volver a los brazos de Elise, siempre es una mierda volver como un dormilón, perdedor, irresponsable y sin dinero.

El silencio de este pueblo de los pirineos es terrorífico. Pensar en dormir al raso aquí me hace tanta gracia como clavarme astillas entre los dedos.

Pero un sonido de motor me hace levantar la vista. Un autobús se acerca y se detiene delante de la estación con la puerta abierta. Voy corriendo hacia él (corriendo todo lo que me permite el maletón que cuelga de mi hombro), y chapurreando algo de francés le pregunto:

-Excuse-moi, vous ne va pas a Barcelonne, o Puigcerdà, o Ribes de Freser, o quelque-chose...?

El tipo niega con la cabeza y me dice:

-No. Je va a a Enveitg, un kilometre d´ici.

-Pas-que j´ai perdu mon bus pour aller a Barcelonne et je se pas que-est que je peux faire...(con voz de Oliver Twist)

El tipo pone cara de "no me gustaría estar en tu pellejo macho":

-...C´est possible que a Puigcerdà ai un bus a Barcelonne, me he se pas, et je se pas a qui´l heur...

-Ajá...(vamos-vamos-vamos-vamos...)

-Toi peux aller pour la voi du train, sont 4 kilometres seulment, pas-que ici n´ia pas rien de rien.

Mientras me dice eso, la maleta de mi espalda, el ex-novio de mi madre en Puigcerdà, la idea de un poco provable autobús a Barcelona...pesan más y más en mi mente. Al otro lado de la balanza de mis emociones una cama doble, unos pedos indomables, unos labios como carne cruda que bien besados desvelan una sonrisa que transmite la más honesta y turbadora sonrisa, que no sería nada sin ir acompañada de unos ojos que brillan y se mueven con una avidez, con una curiosidad, una receptividad y una invitación infernal al amor más tierno y a la vez más cerdo que un gilipollas observador como yo haya visto nunca.

-¡Ok, merci monsieur!

Me vuelvo dentro de la estación y me dirijo a la ventanilla. Con mi arcaico francés le explico la situación a la guapa (sería traición no decirlo) taquillera.

Aparte de confirmarme lo que ya sé, que estoy jodido, le pregunto si cree, franchement, que podría viajar hasta Toulouse sin billete, aunque fuera llevándome una multa impagable. No. NON, JE CROI PAS. No con este revisor. No es simpa´tico ni mucho menos, me dice.
La taquillera me ofrece poder dormir en uno de los trenes abandonados. Mmmm....prometedor...

Gastando la última bala (perdida), arrastro los pies hasta el tren que me había llevado hasta allí. El tren que iba a salir ahora hacía Toulouse. Me dirijo a un matrimonio francés de cincuenta años, y al más puro estilo rumano suplico una limosna... ¡de nada menos que 20 euros!

La rumana ya podría haber suplicado que nunca lo hubiera conseguido, mientras que para un niño-bien con labia y cara de buen chico pero despistado como yo ha sido relativamente fácil. Les he pedido su dirección para devolverles lo prestado pero por supuesto se han negado. Son franceses.

Y esto lo escribo desde este tren, que siento casi como mío, a punto de volver con Elise, avergonzado y cagándome en mis muertos, pero con una sonrisa mal disimulada en las esquinas de mis labios.

 

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