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BALAS PERDIDAS

FÁBULA DE AMOR VERANIEGO

FÁBULA DE  AMOR VERANIEGO

Era mi primer dia de playa después de un año de hibernación. Mi primera visita al mercado de la carne tostada y macerada en crema solar. Mis ojos estaban abiertos como platos de restaurante vanguardista, mientras pensaba para mí "joder, así que esto era lo que escondía el verano...¿por que coño nadie me lo ha explicado antes?".

Supongo que mi mente rozaba en esos momentos la temperatura de fusión, porque necesitaba entrar al agua cada dos minutos y criogenizar mis hormonas radioactivas e inestables. Sin duda sentía una despreocupada alegría y excitación que Einstein ya definió con eso de E=mc2. La masa (m) de los cuerpos femeninos por mi aceleración (c) hormonal (elevada al cuadrado al tener dos huevos), daba como resultado una E mayúscula de Energía, o de Erección, por eso de que ni se crea ni se destruye, solo se transforma...

Yendo al grano, diré que me sentía bastante feliz y realizado, rodeado de sol, mar, sexos y cervezas, junto a dos amigos, Gerardo y Marcos, de mentes tan calenturientas como la mía, aunque de testículos menos libres, ya que los dos estaban más o menos compremetidos.

Estuve nadando con Marcos un buen rato, sorprendido al descubrir que tenía un cuerpo, y que no solo servía para sostener y transportar mi cerebro, sino que podía nadar, jugar y hacer otras actividades. No quise abusar, así que cuando me sentí algo cansado le dije a Marcos:

-Salgo fuera, tío.

-¿Qué dices? Espérate cinco minutos que ahora vienen buenas olas.

-Que va tio, el deporte es malo para el tabaco. Yo me salgo.

-Ok, vamos- dijo Marcos refunfuñando.

Cerca de la orilla había una chica joven, vestida de forma extraña. Llevaba unos calzoncillos masculinos de color rojo, enrollados por la goma para que no quedaran demasiado largos, y que se le agarraban a su firme culo y su avispada cadera por el milagroso efecto de la humedad. Arriba una especie de top o sostén blanco que traslucía levemente unos pequeños pezones algo frioleros. Yo no llevaba las gafas puestas, así que mientras me iba acercando debía poner cara de estreñimiento. Quería verle bien la cara y para eso tenía que acercarme peligrosamente.

Y sin duda su cara era lo mejor y no desmerecía su cuerpo, ni al revés. De piel blanca, ojos claros y multicolores, una melena rubio-rojiza, cara algo pecosa, nariz chiquitita y labios rojos y gruesos enmarcando unos dientes ordenados y en perfecta formación, ella notó perfectamente como la miraba, y respondió con una sonrisa (supongo que debía tener una cara de gilipollas hipermetrope digna de exposición). Su postura además no denotaba suficiencia, era una cosita pequeña y tímida, sola enmedio de la playa. Parecía como si yo fuera la primera persona que la miraba como la preciosa mujer que era. Se sonrojó mientras yo pasaba por su lado y sostenía la mirada. Marcos hablaba conmigo mientras:

-Tío eres un rallado, mira que olas! ¿Qué ganas hay de tirarse en la toalla a no hacer nada?

Yo ni tan siquiera podía pensar, lo único que hice fué pararme y girarme para verla una vez más, era como si no pudiera moverme de ahí. Y en efecto, ella también echó una última mirada. Miré de nuevo hacia la orilla y ví a Marcos alejarse refunfuñando, ignorante del pecado embutido en calzoncillos masculinos, y de la condena de su amigo. Si me hubiera quedado ahí un segundo más, pensando que hacer, me hubiera ido con Marcos.

Pero esa vez no pensé, gracias a Dios. Di la vuelta, víctima ya de su campo gravitatorio, y empecé a rodearla. Me extraña no haberme quedado ciego después de ver aquel culo, aquella cintura que podía ser rodeada con un solo brazo. Cuando estaba a su altura ella se giró hacía mí sabiendo que era yo antes siquiera de mover el cuello. No dejaba de sonreír nerviosa, con la cabeza ligeramente agachada, pudorosa y excitada al mismo tiempo, pasando su mano suavemente por la superficie del agua, mientras sus ojos me miraban a través de su pelo enmarañado. Yo hacía tiempo que estaba cerebralmente muerto, y en mi boca solo cabía un O de sobrecogimiento, y en mi cuerpo solo la posibilidad de orbitar alrededor suyo en vuelo rasante. Los dos nos mirábamos no ya a los ojos, sino al nervio óptico, a la opacidad de nuestro pensamientos que por primera vez eran transparentes, claros y sin engaños. Tuvo que ser ella creo, ya que yo había olvidado como juntar unas letras con otras, la que dijo:

-Hi...

-Hi!- respondí - What´s your name?

-Elise- dijo mientras los dos nos juntamos a menos de un palmo.

-You are so fucking beautiful- Dije yo con ese inglés genuinamente español. Y no lo dije para ligármela, lo dije porque no podía pensar en otra cosa.

-Thanks! - dijo ella, su piel blanca y francesa era ahora del color de los tomates de mar- You are so beauty too!

Estábamos ya caminando los dos juntos hacía la orilla y, lo dijera de verdad o tán solo para corresponder al cumplido, es lo más bonito que me ha dicho una mujer, o al menos la interpretación más creíble. Y sobretodo ha sido la primer vez que oigo hablar y actuar claro al sexo femenino sin volverse algo realmente triste y frío. Pero todo esto es supongo porque ha sido la primer vez que no he sentido estar haciendo el gilipollas...

 

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